miércoles, 23 de septiembre de 2015

Ornitología fácil

La mañana, radiante y primaveral, invitaba al canto de los pájaros y a la exaltación del ánimo. El quiosco, rodeado de la frescura y la fragancia de las plantas y los árboles cercanos, que adornaban el parque, parecía erigirse en el vivo monumento a tanta perfección antes de que aquella estampa fuera difuminada por el bullicio que aportan las horas centrales del día en la gran ciudad.

Un muchacho de físico desgarbado, desaliño en sus ropas y peinado cual ave repelada y sudorosa, se acercó al mostrador, donde el quiosquero ordenaba con esmerada concentración la prensa diaria.

–Por favor, ¿le ha llegado el último número de Ornitología fácil? –preguntó con cierta timidez y trino cantarín el chico.

Sin ocultar los movimientos lentos y comedidos con que llevaba a cabo su ocupación, aquel dependiente se agachó pausadamente y se erigió al momento portando entre sus manos el ejemplar de la revista que se le solicitaba. En la portada, los titulares anunciaban el tema principal que ese mes trataba la publicación: “¿Cómo enseñar a cantar a un canario?”.

¿Tienes ya éste? –dijo mecánicamente, a modo de sucinta interrogación con que aportar la información suficiente al caso.

¿Usted que cree? –respondió el muchacho con una mezcla de malhumor e insolencia, haciendo uso de nuevo de aquella voz chispeante, a la vez que movía nerviosamente la cabeza de un lado a otro.

Después, sin decir nada, dio la vuelta a su cuerpo mediante un torpe movimiento de sus patas y se marchó, dando saltitos cortos y desmemoriados mientras se alejaba hacia la salida del parque y hurgaba con el pico en su costado por ver si encontraba vestigios de un primitivo plumaje.
Felipe Díaz Pardo
            

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