domingo, 4 de octubre de 2015

Cuentas bien hechas

Llegó, por fin, el  día en que dio con la cifra exacta, el día en que le salían las cuentas.

Restó su edad a una cantidad de años que le parecía insuficiente como para no acabar su vida de manera indecorosa. El número obtenido lo multiplicó por el de días que tiene un año y luego el resultado lo volvió a repetir cien veces, al considerar que un centenar de páginas era una buena media de lectura diaria. Por último, dividió entre doscientos, dejándose llevar de nuevo por consideraciones propias sobre la extensión ideal que ha de tener un libro.

El número obtenido le satisfizo doblemente. Primero, porque tales guarismos eran la solución a una fórmula buscada para poder seguir viviendo; y segundo, porque ya contaba en su biblioteca con ese montante de volúmenes sin leer todavía, suficiente para no tener que salir de casa hasta el fin de su existencia.
Felipe Díaz Pardo

2 comentarios:

  1. Un microrrelato que se construye en los intersticios de lo fantástico y que propina al lector el K.O. imprescindible de este tipo de textos. Bien tensionado, el hecho de traducir en cifras lo imposible de conocer tiene un no sé qué de inefabilidad del lenguaje. Bravo.

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  2. Gracias de nuevo, Enrique. Me animas a seguir en cuanto tenga un momento. Un abrazo.

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